Sintiendo sus pasos cercanos, corrió a esconderse y sonriendo y en voz baja pronunció su nombre "Fulano"; él reconoció la vocecita y el corazón le dió un salto de gozo que lo hizo sonreir. Hizo como si no hubiera escuchado su nombre, se dirigió a la mesa de centro de la sala y dejó sobre ella una hoja de cuaderno doblada; Mengana lo siguió con intriga y volvió a llamarlo bajito "Fuulanooo".
Él con una palmada empezo en voz alta a decir "¿Quién puede con tu genio Mengana? que aunque te escondas eres descubierta, no sé si por tu brillo o por tu encanto, o quizás ambas; sal Mengana que quiero verte, sal que abrazarte es renovar la vida de esta vida que es tuya, que te pertenece".
Mengana salió de un salto y con una risita se burló de las palabras tan endulzadas que le habia dedicado su Fulano; él la cogió por la cintura y le retribuyó la sonrisa con un beso que ella bebió con ardor.
"Sabes que te extraño" -dijo Fulano- "Lo sé, sino ya sabes lo que te pasaría", dijo ella mientras paseaba por la sala y recogia la hoja abandonada.
Lo leyó con ansias y mirando a Fulano, posó una mano en la cintura; él la miró con deseo, y casi como pidiendo un deseo le dijo "Ven".
Ricev