Todo pasó demasiado pronto, demasiado rápido; no salió como quiso pero tuvo el tino de hacer que ello no fuera una bomba que lo desolara ampliamente. Respiro hondo y se dijo que todo iba a ir bien; se acercó, le dedicó una sonrisa, mientras su alma sólo quería desaparecer de ahí. Escuchó sus argumentos y alguna que otra anécdota insufrible, pero todo estaba echado, se entendía hasta lo que no decía y el paseo se volvió una escena larga para tan corto trecho.

Dejó que ingresara primero, y la cortesía no fue una ausencia, sino una necesidad para mantener incólume un orgullo que no delatara la vulnerada tranquilidad de su estado. Comentó aquello como si hubiera sido solamente una atrevida travesura, no iba a claudicar, no iba a caer en aquello que ya sabía... la desolación se sentía.

Almorzaron juntos, ambos pidieron lo mismo; él hubiera querido tener un detalle espacial en aquel instante, pero ello hubiera sido caer en una reincidencia que delataría abiertamente el estado de su alma; dejó que actuara, dejó que dijera, dejó que el tiempo hiciera lo suyo mientras él tomaba una actitud cauta.

No salió como quiso, pero luego entendió que liberó su alma, porque no se puede estar en dos montañas a la vez...

Ricev