Y dijo el Fulano, que no sólo estaba en medio de todo aquello, que no sólo se le había olvidado en aquella tarde, el timbre, la imagen y su piel; no sólo se repitió una verdad que no era suya, una historia que inventada quería creer y no dejaba de pensar en su voz, su rostro y su sentir.
Y tomó sus cosas y partió a caminar, no sé a dónde, pero quizás el por qué no necesitaba explicación; tropezó con rostros conocidos y él era el más desconocido de todos.
Cruzó la plaza, el parque, y aquella calle que solía ser cómplice en otras ocasiones, resultó indiferente, sin alma y sin amor.
Rezó cerrando los ojos, a la vez que se prometía que dejaría todo, sus ansias, su sonrisa, a ella, sí a ella… una promesa que no cumpliría.
Si estuvieras Mengana, sólo un instante, para odiarte o para amarte; sí estuvieras… si sólo estuvieras… te amaría.
Ricev
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